La Vall de Ribes se compone de infinidad de senderos que cruzan a través de los bosques, ascienden montañas, se enfilan a barrancos y pasean tranquilos junto a las veredas de los ríos haciendo de estas tierras un paraíso para los amantes del Trail Running, la especialidad que consiste en cruzar montañas a toda velocidad.
El Ter es un lazo fluvial que conecta casi en paralelo Ribes y Camprodon, asentados los dos sobre la parte más antigua de los Pirineos. Sus paisajes se remontan a hace millones de años, cuando Iberia colisionó con el resto de Europa y producto de aquel choque aparecieron sus cimas imponentes, como el Pico del Infierno que roza casi los 3.000 metros de altura. Entre espectaculares paisajes montañosos, ambos valles albergan algunas de las postales más bellas del Pirineo de Cataluña, como es el caso de Beget.
Muy presente a lo largo del Pirineo de Cataluña, el románico se deja notar también con fuerza en la Vall de Ribes. Aguardan algunos bellos ejemplos de este estilo, como es el caso de la iglesia de Sant Jaume de Queralbs, de la que destaca su bello porche de seis arcos que descansan sobre cinco columnas de mármol azul.
La Roca de la Creu es una de las mejores vías ferratas que existen para iniciarse en una actividad que cada año suma más adeptos entre sus filas. Sin ningún tramo especialmente difícil, además de bordear las rocas, la ruta transcurre entre un puente nepalí y uno tibetano. ¡La adrenalina está más que asegurada!
Junto con el de Montserrat, esta es la única vía ferroviaria de cremallera que funciona en toda España. También es la manera más cómoda de llegar hasta la Vall de Núria. Durante los casi 13 km y los más de 1.000 metros de desnivel que separan Ribes de Núria se puede observar la majestuosidad de los paisajes pirenaicos. La alternativa, es hacer el ascenso caminando desde el Camí Vell de Queralbs.
La tradición es un elemento palpable a través de la gastronomía que, en el caso de estos valles, se materializa en un recetario basado en todo lo que proveen las montañas. Desde embutidos, carnes y quesos hasta las setas que brotan salvajes en las zonas más altas proporcionan todo un mundo de sabores por descubrir.
La comodidad y esa sensación de sentirse como en casa son dos de los valores que encontrarás en cualquiera de los hoteles en la Vall de Ribes, pero lo más interesante son las vistas que prácticamente todos ellos ofrecen. El oleaje de montañas que peinan el horizonte queda a la vista con tan solo descorrer las cortinas.
El Puigmal, uno de los picos más altos de Cataluña, es la joya que brilla en este parque natural, pero no la única. Al conjunto de cimas se unen prados floridos, bosques de pino negro y barrancos profundos. Por si fuera poco, por sus valles y montañas transcurre el sendero GR-11 que conecta el Cantábrico con el Mediterráneo.
Aunque originalmente era una feria donde los ganaderos compraban y vendían caballos, en la actualidad
el evento se ha convertido en un atractivo turístico. Cada 13 de octubre, el valle se llena de personas procedentes de
todas partes para presenciar el espectáculo y probar los productos artesanales expuestos.
Posiblemente uno de los pueblos más bellos de los Pirineos de Cataluña. Beget es pura naturaleza y magia rural. Situado en la parte más baja del valle y enclavado entre montañas, una riera atraviesa el centro histórico mientras el bosque se adentra prácticamente en el pueblo donde viven una treintena de afortunados vecinos.
Se calcula que cerca de 90.000 personas utilizaron los senderos del valle de Camprodon como vía de paso hacia Francia durante la Guerra Civil. Hoy la ruta de la retirada dibuja el mismo trazado que hicieron los exiliados y permite recordar su historia pero de una manera muy distinta, subidos en una bicicleta de montaña.
La música lleva más de 35 años asegurándose su propia cuota de protagonismo en Camprodon. Ocurre especialmente entre los meses de julio y agosto, momento en que se celebra el Festival Isaac Albéniz, que además de promocionar nuevos talentos musicales cuenta en su haber con la presencia de artistas de reconocida fama.
Camprodon ejerce de capital como perfecto centro neurálgico y comercial del valle. Pero más allá de su magnitud, el pueblo destaca por su belleza medieval teniendo en su magnífico puente viejo el emblema que corona su historia. Situado en el centro del valle, por sus calles corren las aguas del Ter y el Ritort dotándolo de gran sonoridad.
Rodeado de un paisaje marcado por picos prominentes no es de extrañar que en las inmediaciones de Vallter 2000 se encuentre uno de los puerto de montaña más espectaculares de la Volta Catalunya. El tramo recorre más de 12 km desde el pueblo de Setcases hasta la estación de esquí con un desnivel de 900 metros.
La oferta de alojamientos que se puede encontrar a lo largo del valle es variada y, en ciertas ocasiones, de lo más singular. Imitando la forma de los iglús, estas pequeñas cabañas de madera son refugios acogedores y confortables con capacidad para hasta tres personas. ¡Porque dormir es también toda una experiencia!
A diferencia de otras grandes cordilleras, los Pirineos van
a dar al mar. En concreto, su extremo oriental se hunde en el Mediterráneo, en el cabo de Creus, formando un paisaje rocoso, salpicado de oliveras y enebros, que parece de otro planeta. Así, se pueden seguir rutas que unen el encanto de los prados alpinos y el de bellos pueblos marineros como Cadaqués.