Considerado como su capital, Taüll es el pueblo más alto del valle y el más próximo a las pistas de esquí, por lo que siempre hay mucho ambiente. Aún así, ha conservado la belleza de sus dos iglesias románicas, sus calles empedradas
y su aire medieval, lo que le ha valido recibir el sello «Pueblo con Encanto» de la Agencia Catalana de Turismo.
Enclavado en la zona nororiental de Alta Ribagorça y con cimas de hasta 3.000 metros, el valle es la puerta de entrada al Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. Tal vez no sea un territorio muy extenso, pero está lleno de atractivos. Tiene un conjunto románico único de ocho iglesias y una ermita, tradiciones ancestrales, un cielo nocturno con el sello de Destino Starlight y bellos paisajes que se caracterizan por sus numerosos lagos de origen glaciar. Ya sea en invierno o durante el resto del año, un universo para disfrutar de la naturaleza y de la cultura.
El itinerario al Estany Llong es uno de los planes estrella del senderismo más familiar. Lo es porque, aunque se trate de una excursión fácil, regala paisajes que son síntesis de la belleza del resto del valle. Son 4,20 km para disfrutar de aguas cristalinas, de la vegetación y de la compañía de las vacas que pastan ajenas a todo.
En pleno corazón de Pirineos de Cataluña, el de Caldes de Boí es el balneario con mayor concentración de aguas termales del mundo. A 1.500 metros de altura y en un entorno de gran belleza, ofrece más de 2.000 técnicas terapéuticas gracias a aguas sulfurosas con temperaturas que oscilan entre los 4°C y 56°C. Relájate con esta escapada.
Las marmotas son unas de las vecinas más simpáticas del parque nacional y muchas de ellas se han asentado en colonias próximas a la presa de Cavallers. Ahora se pueden conocer con esta divertida actividad que combina el avistamiento de fauna y el senderismo familiar tras una caminata de 1 h 30 m por paisajes típicos de alta montaña.
La estación de esquí de Boí-Taüll presume de tener la cota más alta (entre 2.751 y 2.200 metros) de todas las situadas en los Pirineos. Su ubicación al norte garantiza nieve de gran calidad para los 45 km de pistas esquiables. De carácter familiar, sus cursos de formación son de gran ayuda para mejorar la técnica. ¡Pide pista!
¿Qué hay mejor tras una intensa jornada en la naturaleza que descansar frente a una chimenea con un buen libro? Puede sonar a tópico, pero aún así es algo apetecible. En Vall de Boí hay una extensa red de alojamientos rurales y casas típicas de payés que apuestan por el trato personalizado y el cuidado del detalle.
El inicio de este festival llegará a principios de octubre, por lo que los colores del otoño darán la bienvenida a los participantes. Un marco ideal para seguir los caminos históricos y pasear por las iglesias románicas del valle. Por la noche tocará soñar con las estrellas con la actividad de observación astronómica.
Una forma de disfrutar de la naturaleza es corriendo. En los últimos años, el valle se ha posicionado como un destino estrella en la especialidad de carreras de montaña. Por eso cuenta con su propio festival que se celebra cada año a principios de julio, actividades para todos los públicos con las que volver a disfrutar de la montaña.
El Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici recibió en 2018 la certificación de Reserva Starlight por sus condiciones de cielo nocturno, extensibles a todo el valle. Algo de lo que disfrutar intensamente con esta original propuesta de observación astronómica que incluye visitar una quesería tradicional y a un productor de miel.
El territorio de Vall de Boí es un maravilloso universo natural y cultural que atesora algunas de las postales más representativas de los Pirineos de Cataluña. Puede recorrerse sobre bicicleta de montaña siguiendo diversas rutas señalizadas que engloban desde las más accesibles y familiares por las riberas del fondo del valle, hasta las más técnicas y exigentes por parajes de alta montaña.
El aislamiento pasado facilitó la conservación de las iglesias románicas, declaradas Patrimonio de la Humanidad en el año 2000. Como hogar del Pantocrátor, Sant Climent de Taüll es el símbolo que aglutina el conjunto patrimonial del valle. Aunque el original está el MNAC (Barcelona), no se echa de menos gracias al mapping que lo restituye sobre el ábside.
En el pasado, las fallas eran rituales de paso de la infancia a la edad adulta. Hoy, que son Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, se celebran coincidiendo con la fiesta mayor de cada pueblo del valle. Es un espectáculo ver a los participantes cómo forman una larga serpiente de fuego que desciende en la oscuridad de la montaña.
La mejor forma de conocer una cultura es a través de su gastronomía. En Vall de Boí es una cocina de montaña basada
en los recursos naturales, por lo que su propuesta es de temporada y se realiza con ingredientes de proximidad. ¡Descubre sus restaurantes y experiencias gastronómicas!
El contacto con la naturaleza y los paisajes de alta montaña propició siglos atrás el nacimiento de leyendas y personajes fabulosos que constituyen un rico folclore. ¿Quiénes eran las Encantàries?, ¿dónde se encontraban las Fadas?, ¿y los Omes Granizos? Descubre a estos seres mitológicos y conoce los pueblos del valle con esta experiencia.