A la altura de los acantilados de travertino, el torrente de la Caula cae 30 metros al abismo, formando a su paso varios saltos de agua y una piscina natural que convierte a las inmediaciones de la Muga en un paisaje puramente bucólico. Además, en la orilla de este paraje se encuentra un restaurante con una terraza perfecta para contemplar el paisaje.
Desde los bosques de alta montaña del Pirineo Oriental hasta las calas de la Costa Brava, el río Muga ha definido el paisaje en todos aquellos territorios de la comarca por donde circula. Su cauce transfronterizo ha permitido desarrollar una cultura tradicionalmente agraria sirviendo, entre otras funciones, para regar campos y huertas, accionar molinos de harina o crear hielo en pequeños pozos situados a los márgenes. De esta manera, un paseo siguiendo su curso es sinónimo de descubrir la esencia de la comarca del Alt Empordà.
Del Pirineo al firmamento. El Observatorio de Albanyà, en el Alt Empordà, organiza veladas al aire libre con las que poder viajar por el espacio guiados por las enseñanzas de astrónomos residentes. La experiencia combina la proyección de imágenes en directo del telescopio con contenido general sobre astronomía.
Construido sobre un antiguo asentamiento romano, algunas de las calles actuales de este pueblo siguen siendo las mismas que las trazadas hace siete siglos. Ubicado en el Empordà más desconocido, su legado histórico, visible tanto en las calzadas como en sus monumentos, convierte su visita en todo un viaje en el tiempo.
Tras el del Parc natural del Delta de l’Ebre, este es el segundo humedal más importante de Cataluña. Estas lagunas que empapan alrededor de 5.000 hectáreas son el refugio de más de 300 especies diferentes de aves como los flamencos, las cigüeñas o las garzas, por esa razón es muy recomendable ir acompañado de unos prismáticos.
Las proximidades del río Muga albergan infinidad de senderos ciclistas que transitan a caballo entre espesos bosques pirenaicos y paisajes más propios de la costa, y es que la trayectoria del río dibuja una fina línea azul en el mapa desde Sant Llorenç de la Muga hasta la desembocadura en la bahía de Roses.
La arena acumulada en una de sus orillas convierte al embalse en una perfecta playa de montaña. El paisaje invita a echarse al agua y realizar todo tipo de actividades. La más popular de todas ellas es el kayak. Siguiendo el curso del río Muga se pueden observar las ruinas de Sant Llorenç que quedaron sepultadas bajo el pantano.
Declarada en 2019 como Bien de Interés Cultural, la canónica comprende un conjunto de construcciones románicas entre las que se encuentran la casa Prioral, el patio del monasterio, la Sala Capitular y la iglesia, esta última, ejemplo de la suntuosidad y riqueza ornamental de la arquitectura del siglo xii en Cataluña.
A lo largo de la Muga, el clima mediterráneo se funde con el paisaje pirenaico haciendo que acampar en plena naturaleza sea una experiencia inigualable. La oferta de campings en la zona es heterogénea, desde Bassegoda Park, en Albanyà, La Fradera, en Sant Llorenç o el camping Maçanet de Cabrenys, entre muchos otros.