Amante de las monjas del convento de Sant Joan de les Abadesses, defensor del derecho de pernada y estafador de sus vasallos. Son tantos los pecados que el conde Arnau cometió en vida, que la tradición popular decidió condenarlo a vagar eternamente por los escenarios de sus correrías. A partir de las leyendas que se cuentan sobre él (todas reinterpretadas libremente a partir de un poema musicado del siglo xvi), nos hacemos un retrato imaginario del personaje: hombre mujeriego y tacaño, valiente, noble y muy querido por el pueblo. Hay quien dice que, de tanto en cuando, aún reaparece su fantasma galopando a lomos de un caballo de fuego y acompañado de una jauría de perros enloquecidos. Verdad o ficción, comprobaremos en primera persona que los escenarios donde se sitúan sus leyendas sí que existen.

Comenzamos el recorrido en el pueblo de Gombrèn, donde nos dejamos seducir por este personaje mítico en el museo que lleva su nombre. Situado en el centro de la localidad, el Museo del Conde Arnau alberga la colección de objetos hallados en las excavaciones del cercano castillo de Mataplana, un lugar que, según la leyenda, fue residencia del controvertido noble. Desde Gombrèn, una carretera local llega al santuario de Montgrony, uno de los mejores conjuntos del románico en Cataluña. Del lugar destacan la iglesia de Sant Pere de Montgrony, el santuario de la Mare de Déu de Montgrony, la hostería y la capilla de la Mare de Déu de la Llet. Aparte del interés histórico y artístico del conjunto, también destaca la belleza del paisaje, con terrenos llenos de bosques y rodeados de montañas. Desde el santuario se puede llegar hasta la sima de Sant Ou, que dicen que servía al conde para acceder bajo tierra al monasterio de Sant Joan de les Abadesses, donde tenía un affaire con la abadesa.

La siguiente parada de la ruta es el monasterio de Santa Maria, en el centro de la localidad de Ripoll. Aquí descubrimos las aventuras del conde Wifredo el Velloso y el abad Oliba, y nos maravillamos ante la espectacular portalada del siglo xii, uno de los monumentos románicos más importantes del mundo, conocido con el nombre de la Biblia en piedra, o las magníficas esculturas de los capiteles del claustro. Abandonamos el monasterio para dar un paseo por el núcleo antiguo en una interesante visita teatralizada de la mano de fray Benet, monje limosnero del cenobio. Este recorrido guiado nos enseña los elementos arquitectónicos e históricos de la villa, que hablan de la época en que Ripoll fue centro cultural de la Cataluña naciente. Y también visitamos la Farga Palau, muestra de una de las actividades económicas más importantes de la población que convertiría Ripoll en un centro pionero de la industria del hierro.

Es el turno de Sant Joan de les Abadesses y su monasterio, situado en el centro de la población. Se dice que el conde tenía una relación con algunas de las monjas que vivían allí, entre ellas la abadesa Emma, hija del conde Wifredo el Velloso. Y nos enteramos de que, en el siglo xi, las monjas (y esto no es ninguna leyenda) fueron expulsadas del monasterio por mala conducta. Dentro del recinto monástico paseamos por el claustro y el interior de la iglesia y admiramos el bello grupo escultórico del Santísimo Misterio, integrado por siete figuras de madera del siglo xiii situadas en el altar. Visitamos el museo y, seguidamente, el palacio de la Abadía (en el mismo conjunto arquitectónico del monasterio), donde se halla el Centro de Interpretación del Mito del Conde Arnau; aquí, a través de una exposición interactiva en torno al folklore, la música, la literatura y la historia, conocemos un poco más a este misterioso personaje. 

Imágenes del artículo

1. Santuari Montgrony

2. Sant Joan de les Abadesses

3. Monestir de Santa Maria

4. Santa Maria de Ripoll